Porque odio el amor
Porque odio el amor (Julio 17, 2014)
Existe una cualidad innata en el proceso de atracción que limita que tanto nos podemos entregar en el amor.
Ella se levantó, me tomó las manos y me dijo: Te amo.
De la forma más pura y bella que jamás alguien me lo haya dicho, sin embargo me tomó por sorpresa y en vez de alegrarme me espanté.
Lo que sucede es algo interesante y su fundamento está en la ley de atracción:
“Queremos lo que no podemos tener”
Esto causa un paradigma. Si lo que más nos atrae es lo que no podemos tener, entonces el hecho de entregarnos por completo puede causar justamente lo contrario: repulsión.
Es meramente cuando alguien no te hace caso o se aleja (física o emocionalmente) que nos sentimos con mayor necesidad y ansiedad por estar o tener a esa persona. Es oferta y demanda. Instintivamente valoramos más lo que es escaso a lo que abunda.
Espera un momento, ¿qué no se supone que eso ya no debe de suceder cuando dos personas se aman? Claro, el amor debe de ser reciproco.
El problema es justamente eso, que debe de ser reciproco y balanceado. Es pensar que debemos de dar el amor en cuentagotas. Siendo imposible entregarse sin barreras por miedo a que la otra persona no responda de la misma forma; o peor aún se espante.
Existe una falla natural en el amor. El amor en su esencia debe de ser la máxima expresión de afecto, sin embargo si esa máxima expresión de afecto sucede sin que la otra persona se encuentre cercana a ese nivel, provoca justamente lo contrario.
No me refiero a una relación asfixiante, simplemente a esos millones de momentos en los que dudamos decir: te amo.
El amor no debería de ser así, el amor debería de ser libre y expresivo, no cautivo y temeroso.